Fruto de la colaboración con el concurso de fotografía NEXO FOTO, acogemos en Art Deal project la exposición del proyecto de Virginia Rota SAUDADE. Una serie fotográfica que trata en sus cuidados retratos de reflexionar sobre los sentimientos humanos y la soledad que estos suponen.
Texto de Nerea Ubieto
Sentir un nudo en el estómago. Un nudo muy fuerte, y ceñido, tanto que no imaginas poderlo desatar nunca. Con el tiempo deja de ser nudo, se convierte en una protuberancia enquistada que ocupa su propio lugar sostenido. El cuerpo ya no vuelve a sentirse sin la presencia de este nuevo huésped, pero puede imaginarse sin él porque ha sido. Se produce un áspero desacoplamiento. En el pasado experimentó inconscientemente la libertad y, ahora que la ha perdido, intenta aferrarse a los recuerdos inasibles. El forastero inesperado que viene para quedarse no es otro que el mismísimo vacío, aquel generado por la privación definitiva de un ser querido o de algo amado. Cuando se padece esta ausencia ya no es posible volver al estado originario, el sentimiento de soledad adquiere una dimensión inédita, vertiginosa.
La compilación de dichos afectos primarios se dan la mano en una sola palabra: Saudade, término que se define de manera vaga como «soledad, nostalgia, añoranza», pero cuyo significado antropológico es mucho más amplio. La serie del mismo nombre de la fotógrafa Virginia Rota constituye un intento por captar –aunque sea fugazmente- este sentimiento tan profundo que anida, cual sedimento, en el interior de las personas. El trabajo consiste en una colección de retratos de mujeres que se desnudan emocionalmente frente a la cámara. Algunas tienen la mirada perdida, otras la dirigen sin miedo hacia el espectador, pero todas ellas muestran su intimidad a través de la ventana de sus ojos. El secreto mejor guardado se encuentra mirando con atención a su reflejo, en ocasiones empañado.
Los fondos neutros y las posturas exentas de cualquier artificiosidad nos permiten concentrarnos en unos rostros ensombrecidos, absortos y despojados de su máscara habitual. Mediante una suerte de paroxismo contenido, sus semblantes nos dan acceso a toda una serie de interrogantes más allá del duelo, cuestiones que nos remiten a una angustia existencial que bien podría quedar definida en las palabras del escritor rumano Emil Cioran: «Siento que me hallo al borde de la explosión a causa de todo lo que me ofrecen la vida y la perspectiva de la muerte. Siento que muero de soledad, de amor, de odio y de todas las cosas de este mundo. (…) En esos momentos extremos se realiza en mi una conversión a la Nada. Se dilata uno interiormente hasta la locura, más allá de todas las fronteras, al margen de la luz, allí donde ella es arrancada a la noche; se expande uno hacia una plétora desde la que un torbellino salvaje nos proyecta directamente en el vacío.»
El vértigo producido por tal desasosiego puede conducir a la comprensión de la inanidad -tal y como entendía el escritor- o a la experimentación de la locura. Se trata de rasgar el Velo de Maya y mirar de frente a pesar de no encontrar un sentido. Virginia Rota toma esta determinación con valentía y la materializa a través de las mujeres retratadas: utiliza sus ojos como un pozo en el que desentrañar sus propios miedos y sus rostros como pantalla para mostrarse a sí misma.
«Enloqueceré, lo ando buscando. La locura descansará en mí, aunque sólo sea por el abatimiento (…). Descansa en mí y lléname. Deja que me colme. No debes ser más horrenda que esta pena.»