El agua es uno de los cuatro elementos, una de las bases de las simbologías de muy variadas tradiciones y religiones, de la alquimia y la filosofía desde tiempos antiguos. En la época moderna, el agua ha servido como símbolo de la muerte, de la vida y de aspectos tan contradictorios como son la perdurabilidad de las cosas o su aspecto más transitorio.
En IMMERSE, Victoria Rodríguez Cruz muestra dos de sus series fotográficas que versan sobre los protagonistas de su entorno más cercano. Se sumerge en su comportamiento más libre y descontextualizado para encontrar en ellos su esencia. Con la serie Familia se dedica a retratar a sus familiares desarrollándose libremente en el agua de su alberca. Esta distensión en el medio acuático les hace reconectar con sus orígenes así como con la intencionalidad de fijar las sensaciones y emociones que esa persona despierta en la fotógrafa. Juega así con la caducidad del momento y de la memoria perpetuándola mediante la fotografía. Su mirada se fija en ellos de manera analítica y estética al mismo tiempo, dando como fruto de esta experiencia unas bellas imágenes con un halo de eternidad y proximidad al mismo tiempo. De nuevo la dualidad y contradicción que permite el agua nos lleva a pensar en sus protagonistas de una manera diferente y desafiante, más allá de lo que realmente son.
Al lado de Familia la serie llamada Seres, en la que Victoria fija su mirada en otros elementos que irrumpen en su entorno. Visitantes naturales de su realidad que llegan sin invitación previa ni intencionalidad declarada pero que pasan por el filtro de su mirada de la misma manera que lo hacen los protagonistas de su familia. A estos Seres los extrae de su entorno, obteniendo como resultado unas imágenes con el mismo rango de importancia y detalle. Podemos ver en ellas como la mirada de la fotógrafa reflexiona sobre el comportamiento esencial de estos protagonistas.
La inmersión que nos ofrece Victoria consiste en un juego constante de opuestos, llevados poéticamente a extremos, pero con una finalidad clara: la reflexión estética sobre las imágenes. Estas fotografías se nos muestran llenas de simbología, basadas en su entorno, pero con la fijación del mismo en su memoria personal y sus valores universales. De este modo se hacen cercanos e interpretables por todo el que se asome a participar.